Fuente: Comprender la verdadera función del champú (groomertogroomer.com)
El champú no es sólo un producto básico de aseo; es un producto omnipresente en los hogares de todo el mundo. Sin embargo, a pesar de su uso generalizado, es posible que muchos de nosotros no comprendamos del todo los entresijos de cómo y por qué lo utilizamos. Más allá de su finalidad aparente de limpieza, comprender la composición, función e impactos potenciales del champú es crucial para unas prácticas de aseo eficaces y para el bienestar de nuestras mascotas.
En el corazón del champú hay una combinación de tensioactivos, detergentes y, a veces, alcoholes. Estos ingredientes actúan para atraer y suspender la suciedad y los aceites del pelo y la piel hasta que se aclaran. El lauril sulfato sódico (SLS) y el lauril sulfato sódico (SLES) son los tensioactivos más utilizados en los champús, famosos por sus eficaces propiedades limpiadoras. Sin embargo, su fama de ásperos a menudo suscita preocupación, y algunos comparan su potencia con la de los desengrasantes utilizados en entornos industriales. Es una comparación válida, teniendo en cuenta la potente capacidad de limpieza de estos tensioactivos. Sin embargo, es esencial recordar que, en cantidades controladas, incluso sustancias potentes como éstas pueden desempeñar funciones beneficiosas. Al fin y al cabo, nos cepillamos los dientes con dentífricos que contienen ingredientes similares, aunque en concentraciones menores.
La analogía de los venenos controlados es adecuada cuando se consideran los ingredientes de muchos productos domésticos. Igual que el agua, una sustancia que sustenta la vida, puede ser mortal en cantidades excesivas (como demuestran trágicamente los casos de toxicidad del agua), la clave está en la moderación y la comprensión. Los champús también entran en esta categoría. Aunque son excelentes limpiadores, su uso indiscriminado o excesivo puede eliminar los aceites esenciales de la piel y el cabello, provocando sequedad, irritación y otros problemas.
Reconociendo los posibles inconvenientes de los champús tradicionales, algunos peluqueros optan por alternativas “sin detergente” o “sin jabón”. A pesar de la etiqueta, estos productos siguen conteniendo tensioactivos suaves derivados de plantas, que ofrecen una limpieza más suave sin la aspereza asociada al SLS o SLES. Sin embargo, más espuma equivale a mejor limpieza, pero pasa por alto el hecho de que un exceso de burbujas puede exacerbar la eliminación de los aceites naturales. Este efecto es similar a la sensación de sequedad que se experimenta cuando se utiliza jabón de fregar, ya que las mismas propiedades limpiadoras pueden dejar las manos resecas y necesitadas de hidratación.
Las mascotas, con su composición única de piel y pelo, son especialmente susceptibles a los efectos de los champús fuertes. A diferencia de los humanos, que dependen de los callos para proteger la piel, los perros tienen pelo, que protege la piel pero la deja muy vulnerable a las agresiones cuando está expuesta. La eliminación excesiva de estos aceites puede alterar el delicado equilibrio de su piel, provocando irritación, inflamación y otros problemas dermatológicos. Así pues, el champú ideal consigue un delicado equilibrio, eliminando eficazmente la suciedad y los restos, al tiempo que preserva los aceites naturales de la piel.
Un error frecuente entre los propietarios de mascotas es creer que el champú por sí solo puede resolver todos los problemas de la piel y el pelo. Sin embargo, como ya se ha dicho, la función principal del champú es limpiar, no hidratar ni tratar los problemas cutáneos subyacentes. Aunque algunos champús pueden contener aceites añadidos o ingredientes que supuestamente nutren la piel, su eficacia en este sentido está limitada por su naturaleza limpiadora. En esencia, intentar eliminar los aceites y reponerlos simultáneamente con ingredientes añadidos puede producir resultados contradictorios, que en última instancia socavan el resultado previsto.
Otro error frecuente se refiere a las propiedades desinfectantes del champú. Aunque algunos champús pueden contener agentes antimicrobianos o aditivos dirigidos a afecciones cutáneas específicas, el objetivo principal sigue siendo limpiar y no esterilizar. Por lo tanto, confiar únicamente en el champú para combatir las infecciones bacterianas o fúngicas puede resultar insuficiente y requerir un enfoque más específico.
Además, el propio proceso del baño no es meramente mecánico, sino también de naturaleza química. Si fuera únicamente una cuestión de agitación mecánica, el agua sola bastaría para la limpieza. Sin embargo, la adición de tensioactivos y detergentes facilita la eliminación de la suciedad y los aceites al romper la tensión superficial y suspender los residuos para facilitar el aclarado. Este proceso químico requiere tiempo para que los tensioactivos interactúen eficazmente con la suciedad y los aceites. Apresurarse en el proceso de baño o aclarar demasiado rápido puede limitar la eficacia del champú, haciendo necesaria una segunda aplicación para asegurar una limpieza a fondo.
El método de aplicación también desempeña un papel crucial en la eficacia del champú. Algunos peluqueros abogan por aplicar el champú sobre el pelo seco, con la teoría de que el pelo y la piel absorberán el producto con mayor eficacia. Sin embargo, este planteamiento pasa por alto la importancia del agua como portador para distribuir el champú uniformemente y facilitar su penetración en el pelaje. Sin el agua adecuada, el champú puede tener dificultades para llegar a todas las zonas de la piel y el pelaje, lo que provoca una limpieza desigual y un posible desperdicio de producto.
Además, la estabilidad de las fórmulas del champú, una vez diluidas en agua, es otro factor a tener en cuenta. Al mezclarse, el champú experimenta una reacción química y empieza a degradarse con el tiempo, haciéndolo menos eficaz y favoreciendo potencialmente el crecimiento bacteriano. Preparar el champú con antelación y almacenarlo durante largos periodos de tiempo aumenta el riesgo de contaminación y degradación del producto, lo que compromete su eficacia y seguridad para su uso en mascotas.
A la luz de estas consideraciones, seleccionar el champú adecuado para el aseo requiere una evaluación cuidadosa y discernimiento. Con la abundancia de productos disponibles en el mercado -cada uno de los cuales hace alarde de diversas afirmaciones y beneficios- puede resultar difícil navegar por el panorama de los productos para el aseo. Sin embargo, dar prioridad a la eficacia, la seguridad y el bienestar de las mascotas a nuestro cuidado debe guiar nuestro proceso de toma de decisiones.
En última instancia, la clave de un cepillado eficaz no sólo reside en la selección de productos, sino también en comprender sus limitaciones y su uso adecuado. La educación, la investigación y la experiencia práctica son herramientas inestimables para los peluqueros que desean optimizar sus prácticas de acicalamiento y conseguir los mejores resultados posibles para sus clientes peludos.
Manteniéndose informados, abiertos a nueva información y técnicas, y dando prioridad al bienestar de los animales confiados a su cuidado, los peluqueros pueden mejorar continuamente su oficio y mejorar la experiencia de la peluquería tanto para las mascotas como para sus dueños.